El lunes es como un tránsito brusco del teocentrismo al antropocentrismo, en cuyo umbral refulgente, un manicomio
lleno de desquicios neuronales mueve a cada uno en su ciclo. Y, entre ellos, destacan por su extrañeza, los catatónicos, a menudo completamente quietos sentados, en cuclillas, de pie; algunos, incluso, en posturas incómodas y casi imposibles. Como posando para un artista, manteniendo en su rostro la muñeca de su delirio.
Pero algo saben que nosotros no sabemos. Pues en ocasiones dejan su estado y te siguen con la mirada. Y cuando tú los miras a ellos, se les va dibujando una sonrisa. Una sonrisa cuyo movimiento rígido es como cuando se estira el cuero viejo. Y asienten con la mirada.
Conocen tu trayecto. Saben que te diriges de nuevo al mundano espacio de los lunes.
De algún modo, no sé cómo, se comunican contigo para decirte «¿Ves?! Tú también vas y vienes, pero si no te gusta siempre puedes quedarte con nosotros. Aquí en este un ningún lugar. Quédate y comprueba que siempre le va mejor al que pasa, que al que se queda.»
El lunes siempre es un desconcierto, una algarabía, el bullicio de la vida. Su efervescencia. Su vivir sin vida, seres sin sombra bajo la punta de ese gran cincel cósmico que es el Tiempo.
Sole Sánchez
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«Estas palabras de color oscuro
vi escritas en lo alto de una puerta;
y yo: «Maestro, es grave su sentido.»
Y, cual persona cauta, él me repuso:
«Debes aquí dejar todo recelo;
debes dar muerte aquí a tu cobardía.
Hemos llegado al sitio que te he dicho
en que verás las gentes doloridas,
que perdieron el bien del intelecto.»
Fragmento
Obra: Divina Comedia
Autor: Dante Alighieri
Imagen
Obra: «Dante’s Hell under Mont Saint Michel»
Autor: Pierre Ionica
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