Ayudándote a Encontrar & Forjar Tu Propio Camino

Nunca como entonces experimenté tanta compañía, amor y cuidado mutuo, éramos una extraña manada que iba de aquí allá por la extensión de una enorme finca, comiendo esto o aquello, durmiendo aquí y allá.

Mi filiación al mundo animal es lógica, y, a pesar de haber buscado ese nivel de afecto y haberlo ofrecido sin demasiada suerte debido a mis pésimas elecciones en esa búsqueda de resolución.

No he sucumbido, jamás he experimentado esa indefensión aprendida que tiene el rendirse al sufrimiento, y he buscado a través de una continua formación que llega hasta este preciso momento que cumplí cuarenta años y una ética escrupulosa y a menudo higienizada con todos los filtros que he ido encontrando para hacer una buena contribución al mundo y a mi conciencia.

Y de ahí el permanente empeño en levantar cabeza y de mantenerla arriba y de vivir con una atención plenamente consciente del momento que me permite ser vitalista y asertiva.

Con todo me siento muy afortunada porque la mayor parte del tiempo me siento a gusto viviendo en mí y puedo percibir ese gran afecto de primera infancia que me va a acompañar por siempre y que va a mantener un alto grado de compasión y conmensuración que es sencillamente respeto.