Algunas de esas estrellas
no son estrellas,
son los destellos de nuestros
deseos más sentidos,
de todo lo hermoso,
de todo lo bueno.
Y así lo lanzamos,
con una mirada al universo
y un suspiro desde lo más profundo.
Algún día esas luces suspendidas
llenas de beldad, volverán
a través de los tiempos
a este mismo lugar, para dar
toda su luz de vida a quien
esté mirando en esa noche
de ese mismo día.
He ahí el misterioso movimiento
de la verdadera sincronía.
Nunca nos veremos, nunca,
ningún día y en ningún momento.
Pero hay un canal abierto
que nos conecta y traza una vía
para dar y recibir, y dar de nuevo
para que el siguiente viajero,
que tras una larga jornada,
llegada la noche, mire con calma
este singular cielo.
Y sienta esa gracia que hay
en las palabras pronunciadas
por el corazón y animadas
por el alma para ser lo que ahora son.
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