la protección del depredador
le es dada, si cumple con las audacias
de su legendario proceder.
Que no es difícil de entender,
pues la vida es un querer
por el que se arriesga
ese mismo amor que nos da cuidado,
en ese deseo constante
de tenerse a la pared bien amarrado.
Y, por el que a menudo caen,
los que se distraen en sus
momentos de aparente cordura.
Pues la cabra siempre tira al monte,
no por tonta ni tozuda
sino por ser quien es, un ser
que se siente seguro en las alturas.
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