A menudo la espina
aguarda cual estaca
al incauto y al bravucón
ambos, seres con petaca,
que tras algunos tragos
dicen haber vencido
al Destino en plena resaca…
tras haber hecho estragos
en duelo al mismo Diablo, de quien
se llevaron su propia capa
que ahora flamea torcida
sobre la percha podrida
de estos seres vacíos
sostenidos por huesos y harapos.
Todos se ríen con su épica;
con su grandísima farsa.
Y así se despiden con baile
espiritual, pero sin comparsa,
para caer de culo o de panza
sobre la trampa madura
de pinchos y zarzas.
Y ahí va, ¿será de culo
o será panza?
Otro espejo
¿Cómo reconocer a ese otro del espejo, ése que nos extiende la mano izquierda para llegar a nuestra mano derecha? ¿Quién es ése que nos contempla al otro lado del cristal conjurado en esa argente superficie tan fina, limitada sólo por el marco que no atraviesa?...
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