De vuelta a casa
por el sendero
del nunca pasa
me tumbé en el suelo
para mirar el cielo.
Para mirar el cielo
y sentir el suelo
para comprobar
que en ese inmenso espacio
que hay entre cielo y suelo
caben todos mis sueños.
Una sonrisa emerge
en ese suspiro que
la felicidad ofrece.
Un ratito más.
Es tarde, y largo es el camino
de vuelta a casa. Por eso
hay que disfrutar de esta
agradable pausa.
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