A veces se escuchan.
A veces se miran.
A veces se ven.
A veces conectan.
A veces comparten.
A veces se produce ese acto
tan natural y tan propio
de la vida: la comunicación establecida.
Y todo fluye entonces,
novación y renovación.
La penumbra se retira,
y la decadencia se diluye
hasta dejar de existir.
Y lo sabes. Se ha producido.
Pues tras ese contacto te sientes
más vivo, más lleno y más
de este mundo, de este lugar,
de estas gentes y más cerca
de ti mismo, de tu propia esencia.
Entonces, un simple saludo,
puede llegar a ser
tan intenso y positivo como
contemplar un amanecer.
Porque es un amanecer.
Realmente y sin ninguna duda.
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