Veo los anuncios. Las elecciones europeas se presentan en los medios como un evento no muy diferente de los premios en Eurovisión.
Todo se plantea como un espectáculo. Y como tal se requiere asistencia.
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«El intelecto siempre tiene razón.
Pero la intuición nunca se equivoca». Eso he leído por ahí.
Pero cuando el intelecto y la intuición coinciden se produce una sensación de alerta: Ir a votar. No ir a votar. ¿Existe alguna diferencia?
Contrariamente a lo que la gente piensa qué es votar, votar no es elegir. Ni siquiera escoger. El verbo votar viene del latín ‘votare’ que significa hacer votos, hacer ofrendas religiosas, prometer, expresar un deseo.
Expresar un deseo. Un deseo. Una voluntad. Un deseo.
Un deseo que es una ofrenda. En nuestro contexto actual esa «ofrenda» no se hace a los dioses sino a un semejante. A un congénere. A él se le concede el deseo, la confianza y la responsabilidad de vehiculizar la voluntad de todas las voluntades adquiridas a través de esos votos.
En realidad no se escogen (ojo al dato porque no digo ‘elegir’ sino ‘escoger’, lo que implica ya cierta precariedad ), sino que se les ENCOMIENDA UN TRABAJO.
Ese trabajo no es otro que el bienestar de la ciudadanía.
Cualquier candidato que se ofrezca a llevar a cabo esa tarea no puede eludirla con pretextos que tengan que ver con la exclusión, con la confrontación social. Quien incurra en ello es un criminal. Porque atenta contra la Paz, atenta contra la Humanidad.
El candidato ha de ser un gran conocedor de la Economía y la Antropología. Y entender qué significa eso y como se dinamiza en el ecosistema planetario donde vivimos.
Dicho esto, los fascistas quedan descartados. Los de izquierdas, los de derechas, los de delanteras, traseras y centros.
El miedo acorrala. El miedo es el gran constructor del fascismo y de todas sus inhumanas expresiones.
Venced vuestro miedo con voluntad. Expresad vuestra voluntad escogiendo. Y si nada ha de haber en esa papeleta que os complazca, escribid entonces en ella vuestro deseo. Expresad vuestra voluntad. ¿Qué queréis de bueno para vosotros, vuestras familias, vuestros vecinos, pueblos y naciones?
¿Qué queréis?!
Que quede escrito en ese papel. Vuestro papel cuenta. Haced que cuente. Haced que valga.
Porque en ello os va la vida. Esa vida que venís contemplando cómo se va. Pero en el fondo vuestro intelecto y vuestra intuición saben que vuestra vida no se está yendo. Porque os la están quitando.
Una democracia es una democracia. Y no puede ser ninguna otra cosa. Cuando un pueblo sufre es que su democracia no ha tenido lugar.
Es un acto deliberado de los beligerantes y asaltadores de la civilidad falsear las democracias e introducir el fracaso absoluto. Colapso, crisis y recesión. En ese largo recorrido de curso lento y pegajoso se llega a criminalizar a la democracia. Y así es como un pueblo acaba con su propia libertad, la poca que le queda para ese entonces. El uniforme, el símbolo, la bandera, el odio al otro, el egoísmo y la arbitrariedad. La estupidez supina…
Todo adquiere un sentido casi sagrado.
Y así es como ladrones y asesinos son escogidos con el mayor entusiasmo.
Año 2024. En ese mismo año, hace cien años, casi la misma situación…La Historia como advertencia. El sentido común y la dignidad como argumentos. El Bien debe prevalecer. No hay otro modo de poder vivir en comunidad.
La paz pasa
Suelen decir que la paz pasa por muchas guerras. Que la paz es el fin de la guerra. Que la paz y la guerra. Pero la paz es paz. Y la guerra es guerra. Y nada tienen que ver la una con la otra, sino con las elecciones que hacemos como individuos. Elecciones que son...
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