Esa sustancia con identidad propia.
¿nos oculta o nos muestra?
Creo que si reuniera todo el maquillaje
que me he puesto
a lo largo de mi vida
podría pintar ciudades enteras.
La Estética lo considera un arte
pero ¿será capaz de embellecer
los pensamientos? ¿Podría?
Mi rostro es un lienzo
que la noche recoge inmaculado
pues allá a donde me lleva
no precisa de tocados.
El maestro de la capilla amarilla
espera con fingida indiferencia
y luego con manifiesta hostilidad.
«Vamos, contesta, contesta. ¿Tú que vienes y vas? ¿Quién fue tu madre?
¿quién fue tu padre? Vamos habla,
que he de escribir.»
El maestro es osado
pues mi crónica es la de cualquiera,
y eso lo tengo claro.
Y mientras lo pienso
mi cuerpo se desprende de mí,
otro disfraz que solo se lleva aquí.
Pero nunca más allá de la laguna
donde la verdad engendra monstruos,
que devoran mundos enteros.
Soñar que duermo, y dormir
teniendo un sueño.
Un sueño sin sueños,
un sueño sin maquillajes.
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