Soy la de los pelos verdes,
soy de las que aman a sus maridos,
los veneran y añoran
aun estando en sus propios brazos.
En los brazos de su maridos.
Soy esa gran celosa del Tiempo
que todo lo coge, lo esparce y lo pierde.
Soy la esposa que suspira ante
ese minúsculo pensamiento
formado por las letras
del nombre de su marido;
un nombre común que
con ese amor inconmensurable
que solo el Amor es capaz de otorgar
al mortal, tan finito y limitado,
procesa una fuerza capaz
de deslumbrar a todas
las estrellas del universo creado.
Y, desde allí gritar con la estridencia
de la Eterna Locura un te quiero
que pese a su tal magnitud
sólo se susurra…
Un te quiero ahora, un te quiero siempre,
un te quise al verte, al recordar
que mi amor por ti es mucho
antes y mucho después
de mi propia sepultura.
Reminiscencia limpia y pura
porque si hay un alma,
ese alma mía
siempre fue tuya.
Y no es esto una declaración de amor,
es más bien un lamentar por saberme
amada y no poder corresponder
tu excelencia con
esa ternura que sólo tú
sabes dar a las cosas.
Esposo, esposo mío que me diste
el regalo de una segunda vida.
Una vida de amor y dulzura,
de sensatez y buen juicio.
No hay respeto más elevado
que el amor concedido;
que por voluntad entusiasta y serena
así es entregado.
En la Verdad están todos los secretos
y los del amor, que con razón llaman
a ese amor, Amor Verdadero,
estamos tú y yo,
uno al lado del otro
tan diferentes y tan parecidos
que en ese estado, en ese mirar cordial,
podemos comprender
otra gran Verdad: que la Humanidad
existe en el ser humano,
y que por ella el mundo entero
puede ser salvado.
Pues amar, nos hace
más humanos
y menos bestias.
Y menos bestias
y más humanos.
Probablemente el amor sea
el acto más evolucionado
de toda la Naturaleza.
Y cuando lo conoces y reconoces
te das cuenta, como
cualquier otro animal,
que el amor nos da cuidado.
Esa es la clase de cosas
que mi esposo me enseña
con el gesto cotidiano
de ser lo que somos:
dos personas que se aman
con un abrazo o un plato de lentejas,
con las grandes discusiones
de si esto va a la izquierda o
si esto va a la derecha.
Ricos, pobres, enfermos o sanos,
así es como yo le amo,
así es como él me ama
y en la velada sonrisa de una mirada
así nos lo expresamos;
que nos queremos
así de simple, así de llano:
que tú me amas y yo te amo.
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