Lunes.
El tiempo es relativo.
Eterno infierno
o gloria en un suspiro.
El tiempo meditativo,
discreto o cualitativo,
descrito engañosamente
en esa convergencia
que es una línea roja
del rojo más pesado
por ese hierro condensado
que habita entre hoja y hoja,
uniendo una y otra
con ese fino hilo,
que da sentido a cada historia.
Pues la memoria es convenida
y complaciente hasta lo más hiriente,
convirtiendo al más inteligente
en un consumado idiota,
haréis bien en escribir
vuestra vida, una cosa detrás de otra.
El tiempo es como una campana rota,
sonar suena y sueña y siente
y espera y consiente hasta
que llega ese momento sin turbación
que anuncia la llegada
del final del último renglón.
La última página, la última palabra
concedida a quien de ella dispone.
La campana suena entonces
y así es como el fin se pone.
Jueves de enero
Aquí mi florero y yo. El día languidece y conforme se derrama el tiempo, el florero es yo. O quizás yo soy el florero. Superposición e integración, autorreferencia y compulsión. Catamnesia. La tarde se convierte en una imagen delusiva ante la renuncia a querulancias y...
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